Hacía mucho, muchísimo tiempo, que quería ir a un balneario
o a un spa. Siempre había oído que eran una gozada y que relajaba cuerpo y
mente, y como tengo una vida bastante estresante, me apetecía probarlo.
Con motivo de mi cumpleaños, y aprovechando que tengo que
proyectar un SPA, mis amigos me regalaron un vale por un circuito termal en un
SPA urbano. Y la verdad es que no me ha defraudado nada.
El comienzo del circuito, obviando los vestuarios, es una
piscina de chorros de cuello de cisne. Se llaman así porque son una especie de
duchas curvas con la forma del cuello de ese animal, y que en la zona donde
estaría el pico, sale un chorro a presión de agua caldeada. Relaja totalmente
la zona cervical y la parte superior de la espalda.
Después pasas a unas hamacas acuáticas en una piscina,
también de agua caliente, con burbujas, tipo jacuzzi. Al principio me
encontraba un poco incómoda, porque se tiene que estar tumbado y la tendencia
del cuerpo es flotar. Pero claro, si flotas, las burbujas del agua te arrastran
de la hamaca. Por eso han puesto unas agarraderas, para evitar ir flotando a la
deriva por la piscina.
Lo siguiente es una piscina de agua calentita, a unos 50º C.
En ésta estás sentado y totalmente relajado, disfrutando del calorcito, a pesar
de que la entrada inicial es un poco dura, porque es más caliente de lo que
estamos acostumbrados.
Pero para entrada dura la de la siguiente piscina. Agua a
10º C. Realmente es un contraste increíble para nuestro cuerpo y para nuestra
piel. No he sido capaz de meterme más allá de la cintura, pero la encargada del
spa me ha dicho que soy muy valiente por haber sido capaz de meterme ahí.
El pediluvium, que era el siguiente paso, consiste en ir
andando por cantos rodados mientras un montón de chorros de agua te van dando
por las piernas. El agua, además, va cambiando de temperatura: de caliente a
fría y otra vez a caliente. El recorrido hay que hacerlo un par de veces.
Tanto la terma como el baño turco han sido asfixiantes y me
han provocado tos. Tanto calor y tanta humedad me quemaban la garganta, y hacía
que sudara a chorros. Creo que en mi vida he tenido la piel tan libre de
toxinas.
La ducha escocesa es una gozada. Es una ducha en cuatro
partes. La primera son unos 6 chorros en la parte inferior de las piernas,
cambiando de temperatura, como en el pediluvium. Luego se pasa a la parte
intermedia y posteriormente a la parte superior del cuerpo, todo ello con los
chorros de agua. Por último, es una ducha de agua fría y caliente.
Y la última ducha es una biotermal con aceites de sei an, o
algo así. Es una ducha de agua continua que hace el circuito dos veces, pasando
de agua caliente a fría, y terminando, afortunadamente, en caliente. La fría
había veces que costaba de soportar.
Ha sido una gran experiencia y lo he disfrutado muchísimo. Quizá
la única pega era que no lo he podido disfrutar todo lo que me hubiera gustado
porque tenía que pensar en el trabajo también. Pero ha sido un gran regalo.