27 feb 2012

Soñar con pesadillas


Muchas veces cuando estamos dormidos tenemos sueños que nos dejan un mal sabor de boca. Esta noche, sin ir más lejos, he empezado con algo que parecía un sueño agradable y que ha acabado en otro lugar y dejándome mal cuerpo.

Empecé el sueño en un campamento, como tantos otros a los que he ido. Hasta ahí, todo normal. Sin embargo, el comedor era un lugar oscuro, una construcción que simulaba una cueva sin luz y llena de mesas y bancos de madera donde poner nuestros platos y cubiertos y comer en comunidad. Pero yo no tenía mi plato ni tampoco algún cubierto, y protesté. La monitora me dijo que era responsabilidad mía el tener mis cosas controladas, pero yo no estaba de acuerdo porque se lo dejé a otro monitor y éste me lo perdió, con lo que era justo que fueran los monitores los que me compensaran con unos cubiertos nuevos para que pueda comer. Parece ser que no nos pusimos de acuerdo, porque lo siguiente es que yo estaba en Madrid con una maleta. Realmente, y esto es lo bueno de los sueños, esa ciudad no era Madrid. Es decir, era una ciudad que no existe, con imágenes que seguramente no existirán, pero con la seguridad que solamente dan los sueños, de que esa ciudad que estaba en mi cabeza es y será Madrid. 

Pero volvamos al sueño. Estaba con mi maleta yendo a un lugar que me habían comentado que tenía taquillas y podría dejar ahí mi maleta hasta que llegara la hora en que me tuviera que ir. Solamente iba a estar en la ciudad unas cuantas horas, y por no estar cargando con el equipaje todo el día me dirigía allí. Bajando la cuesta que me conducía al lugar me encontré con un impresentable de aquellos que se piensan que solamente ellos son buenas personas y tienen la razón, y se metían con un chaval que no tenía muy buena presencia pero que yo sabía que era un buen muchacho. Le dije que aquello no estaba bien y tuvimos un intercambio de palabras. Yo lo dejé estar sin preocuparme mucho y seguí bajando la cuesta. Recuerdo el lugar. Eran unos soportales estrechos, como si fueran los de una biblioteca antigua, y se encontraba en frente de la catedral (que obviamente no era la Almudena). 

Llegué a la taquilla, dejé el equipaje, y me puse a mirar el escaparate de la tienda de al lado, que era de joyería. Es curioso, pues yo nunca llevo joyas encima, pero en los sueños nada de eso importa. Me dispuse a patearme la ciudad, pero subiendo la cuesta para llegar al punto de inicio, me encontré con aquel joven con el que había discutido. Él iba en bicicleta y quería atropellarme con ella y hacerme daño. Corrí muchísimo y llegué a un semáforo de una amplia avenida, donde pude darle esquinazo. Quería volver y recuperar mi maleta, pero no podía ir por el camino de antes. Tenía que dar un rodeo.

Aquel rodeo en realidad no lo era tanto. Para poder pasar al otro lado y llegar a la zona de las taquillas, debía de pasar por unas pasarelas de madera que no contaban con barandilla. Dicho así no suena demasiado espectacular, pero para que os pongáis en mi situación, era como si un enorme parque urbano se hubiera dividido en dos porque en medio hay un abismo, y estas partes están unidas por esas pasarelas. El miedo me invadió, porque debía pasar por ahí y no me atrevía, aunque la gente no parecía asustada y caminaban por ellas, incluso haciendo grandes colas. 

Como no me atrevía a cruzar por ninguna, caminé y caminé, hasta que un hombre se me acercó y me dijo que él conocía la más corta de todas las pasarelas y la que menos gente empleaba. Como no quería hacer cola ni tampoco estar mucho tiempo en una de ellas, me dejé guiar.

Y ahora es cuando pasan esas cosas que solamente pueden pasar en la imaginación y que en la realidad están más que prohibidas por las leyes de la física. Para llegar a la pasarela tenía que agarrarme de una cuerda. La cogí y de repente la pasarela desapareció y se convirtió en una especie de túnel oscuro en el que había que realizar una serie de pruebas. Solamente recuerdo la última. Antes de realizarla, oí un grito de dolor y, cuando me dirigí al lugar, vi a un amigo allí sangrando de la cabeza, con una especie de casco del que salían tubos. El casco le estaba pegando una paliza. Vislumbré una puerta y la abrí. Y allí, en lo que sería el control del túnel, donde se encontraban los trabajadores del parque de atracciones (era eso de lo que se trataba el lugar), allí estaba el chaval que había intentado atropellarme con la bici, y que estaba pateando a mi amigo. Salí de allí corriendo con mi amigo, con tan mala suerte que, en lugar de encontrarnos al otro lado de ese abismo y poder dirigirnos a la taquilla, estábamos en el otro lado. Debía volver sobre mis pasos, cruzar la amplia avenida y bajar la cuesta, todo esto, corriendo y deseando que el loco maníaco no me siguiera y me cogiera. 

Os prometo que en pocos sueños lo he pasado tan mal tantas veces seguidas, y en pocos he corrido tanto como en este.

21 feb 2012

Soñar con ser escuchado


Soy muy dada a tener afonías en cuestión de minutos, sin necesidad de hablar y sin hacer nada para tener una de ellas que me dejan K.O. durante una semana. Esa semana que paso sin voz es una de las más frustrantes.
Pero no quiero hablar de lo mal que se pasa cuando no se tiene voz para poder hablar. No. Quiero hablar de lo mal que se pasa cuando la tienes pero no puedes hacerte ser escuchado. ¿Nunca os ha pasado que estáis rodeados de personas y os sentís solos en el mundo? Mucha gente pide el poder de ser invisible, pero en ese momento lo odias con todas tus fuerzas. 

Con la voz pasa lo mismo. Muchas veces siento que las cosas que pasan en la calle son más importantes que las que le pasan a uno mismo. No será la primera vez que he hecho la prueba contando alguna anécdota en casa, contar unos días más tarde una amiga la misma anécdota, y la familia pensar que era algo novedoso que tenías que haberle contado. Entonces sí es de verdad frustrante. 

Y estas cosas te hacen reflexionar. No será la primera vez que alguien expresa su opinión y nadie le hace caso, pero cuando la dice una persona conocida, un experto en la materia o, simplemente, alguien influyente, entonces esa persona es escuchada y seguida. ¿Significa eso que su opinión vale más que la tuya, aunque sea la misma?  

19 feb 2012

Soñar con ser creativo

Como buena estudiante de arquitectura que está a punto de terminar la carrera, me interesan los temas sobre la creatividad. El otro día, en uno de los pocos días en los que ahora voy a la Facultad, me encontré con un compañero al que tengo un gran aprecio, y me hizo ver un video titulado “29 ways to stay creative”, lo que se traduciría como 29 formas de mantenerse creativo. El video está en inglés, así que voy a escribir la lista aquí en castellano, como forma de recordarme a mí misma la manera de mantener la creatividad, tan necesaria en mi carrera.

1.    Haz listas
2.    Lleva un cuaderno a todas partes
3.    Prueba la escritura libre
4.    Aléjate del ordenador
5.    Deja de lamentarte de ti mismo
6.    Haz descansos
7.    Canta en la ducha
8.    Toma café
9.    Escucha música nueva
10.    Mantén la mente abierta
11.    Rodéate de gente creativa
12.    Retroaliméntate
13.    Colabora
14.    No te rindas
15.    Práctica, práctica, práctica
16.    Permítete cometer errores
17.    Ve a algún lugar nuevo
18.    Cuenta tus éxitos
19.    Toma muchos descansos
20.    Toma riesgos
21.    Rompe las reglas
22.    No lo fuerces
23.    Lee una página del diccionario
24.    Crea un área de trabajo
25.    Deja de intentar de ser perfecto
26.    Si tienes una idea, escríbela
27.    Limpia tu lugar de trabajo
28.    Diviértete
29.    Termina algo
Link del video: http://vimeo.com/24302498

18 feb 2012

Soñar con juegos de rol

Parece que fue ayer cuando jugué por primera vez mi primera partida de rol. Estaba en un campamento con algunos amigos y, llevaban tanto tiempo hablándome de lo divertido que era el rol, que me animé a jugar y montaron una partida de iniciación. Como toda primera vez, fue bastante desastrosa. A pesar de que la ficha de personaje no estaba mal, habían olvidado los dados para poder jugar bien, y acabamos inventando un sistema nuevo para el día. Además, teníamos que jugar a la luz de una linterna. A pesar de todas estas dificultades, me gustó. Sentí la experiencia como cuando lees un buen libro que te engancha desde el primer momento, que te lleva al mundo de aventuras y lo vives como si fueras tú el protagonista, que te alegras cuando le salen las cosas bien y te enfadas cuando le salen mal.

Pues bien, desde entonces siempre he pensado que en realidad un juego de rol es eso. Una especie de novela narrada en la que eliges qué personaje llevar por el mundo de aventuras. Es un personaje creado por ti al que acabas cogiéndole muchísimo cariño, ya sea porque es muy similar a ti, o bien por todo lo contrario. Sin bien es cierto que no eliges qué aventura vas a vivir, pues para eso hay un máster (o director de juego), realmente es lo que menos suele importar. Si el máster cumple bien su papel, entonces eres capaz de meterte tanto en la piel del personaje que el tipo de aventura es lo de menos, lo que cuenta es lo bien que te lo estás pasando.

Sin embargo, llevo una temporada sin jugar a rol en mesa. Ahora me he pasado a un “nivel más alto”, por llamarlo de alguna manera. Son los roles en vivo. En éstos ya no se narra la aventura, directamente se vive. Tu piel es realmente la piel de tu personaje. Mejor, tú eres el personaje. Es una obra de teatro sin un guión predefinido. Es una verdadera aventura que te obliga a investigar sobre el tema, saber cómo piensa ese personaje, cómo habla, cómo camina,… en definitiva, ser otra persona.