No hace tanto que empecé con mi afición por el siglo XIX, y comenzó de la manera más tonta. Siempre me han gustado las novelas detectivescas, del estilo de Agatha Christie o el inspector Maigret. Debido a esto, mi madre decidió dejarme unas novelas de la escritora Anne Perry. Éstas pertenecen a dos series distintas: una sobre el detective privado William Monk, sobre 1885, y la otra sobre el policía Thomas Pitt, en torno a la época de Jack el Destripador. De esta manera, leyendo casos realmente asombrosos que hacen que no pueda parar de leer, me fui adentrando en un mundo maravilloso.
Maravilloso, sí, pero no sé cuánto habría durado yo en ese mundo. Los pobres se ganaban la vida como criados, si valían, se comportaban y si tenían buenas referencias, y si no se dedicaban a trabajar de lo que podían: vendiendo empanadas en puestos ambulantes, cordones y suelas de zapatos, flores,… si no, podían ser explotados en fábricas en las que trabajaban de sol a sol por un jornal que, normalmente, no era suficiente y obligaba a las mujeres a hacer la calle.
Los ricos, por su parte, debían de aprender a sobrevivir en su propio mundo, donde los eufemismos y la cortesía extrema estaban a la orden del día.
Pero el peor papel e lo llevaban las mujeres, que dedicaban sus días a las visitas de rigor, a ser buenas anfitrionas, a pintar o bordar según las aptitudes de cada una, a estar impecables en cualquier momento del día, a parecer frágiles y encantadoras. No podían leer el periódico más allá de la sección de actualidad, y había muchos libros que estaban prohibidos para ellas, pues había que protegerlas y mantenerlas ignorantes del resto del mundo.
Y, a pesar de todo esto, sigo diciendo que es una época maravillosa. ¿Y por qué? Pues porque los edificios eran preciosos, verdaderas obras de arte. Porque fue un siglo lleno de descubrimientos, como el del teléfono o la luz eléctrica, así como la India o África. Porque la gente tenía una buena educación y unos exquisitos modales, así como la moda era muy elegante. Porque a nivel artístico hubo unos pintores increíbles, como Rossetti o Moreau. Porque comienzan a preocuparse por las ruinas arqueológicas y por la restauración. Porque las mujeres comienzan a exigir sus derechos.
Por estas y otras cosas, por este siglo lleno de cambios y contradicciones, es por lo que soy una gran enamorada de esta época.