La primera vez que oí hablar
sobre esta regla fue en 2º de la ESO en la asignatura de Medio Ambiente. La
segunda vez fue en la asignatura de Urbanismo, en mi tercer año de carrera. Es
uno de los principios básicos del ecologismo y, como este año me he propuesto
ser más ecológica (ver entrada sobre buenos propósitos), me he animado a hacer
una entrada sobre ello, explicando en qué consiste.
El nombre viene dado por la
inicial de las siguientes palabras: Reducción, Reutilización y Reciclaje.
Alterar el orden no está permitido, pues es importante.
Reducción es, según la RAE,
disminuir o aminorar algo. Según nos interesa, ese algo es el consumo. De todo:
de agua, de luz, de gas, comprar únicamente aquello que nos hace falta, reducir
el consumo de productos derivados del petróleo, etc.
¿Cuántas veces nos hemos dejado
las luces encendidas en una sala y no estar en ella, o dejado el grifo abierto
mientras nos limpiamos los dientes y dejado el agua correr? Estos son algunos
ejemplos de la “reducción”.
En cuanto a comprar solamente lo
que necesitamos, imaginemos que nos hemos comprado un aparato de música a muy
buen precio, pero que realmente no nos hace falta. Empecemos por los
envoltorios de plástico y las protecciones de polietileno expandido, además de
la margen de cartón. Todo esto son residuos que acabarán en la papelera, y es
solamente el principio. Para que funcione, necesita estar conectado a la
corriente eléctrica y, si el aparato está en stand-by, aunque sea consumo
mínimo, sigue siendo consumo (se estima que unos 40 euros al año). Por último,
y por la política de consumismo en que los electrodomésticos (y productos en
general), tienen una fecha de caducidad cada vez más temprana, este aparato se
quedará viejo, obsoleto o, directamente, ya no funcionará y lo acabaremos
desechando.
Los productos derivados del
petróleo no son renovables, o mejor dicho, tienen un proceso de renovación tan
lento que se tiene a decir que no son renovables. Por eso, hemos de apostar por
alternativas que lo sean, como utilizar botellas de vidrio en lugar de
plástico.
Una vez hemos reducido el
consumo, ahora tenemos que reutilizar los productos antes de que se conviertan
en desechos. Hay muchísimas páginas por la red que dan ideas para hacer manualidades
u objetos útiles para el día a día a partir de otros objetos que ya no nos
sirven. Un ejemplo son los tarros de cristal. Estos tarros, que podrían haber
contenido en origen miel, legumbres o salsas, se pueden convertir en
portavelas, o albergar otros objetos a los que no estaban destinados, como
pueden ser botones.
Aquí dejo el link de uno de los
blogs de los que más ideas he sacado para la reutilización de materiales: http://compartetusecoideas.blogspot.com.es
Y ahora sí, llega la hora de
hablar sobre el reciclaje, que es el proceso que sufren aquellos objetos que ya
no nos sirven, para volver a convertirse en materia prima y poder volver a
sernos útiles en el futuro.
En mi casa, desde hace ya muchos
años, tenemos en la galería bolsas en las que separamos los desechos orgánicos,
el plástico, el papel y el vidrio. No siempre es fácil saber qué cosas van a
qué contenedor, así que acá va un dibujito explicativo:
http://www.actiludis.com/wp-content/uploads/2010/06/Reciclar-es-de-sabios.png
Fuente: http://www.actiludis.com/?p=19489
Fuente: http://www.actiludis.com/?p=19489
Hay que tener en cuenta que las
pilas van a un contenedor diferente, y que en algunas ciudades se han puesto
también contenedores para la ropa. Los fármacos se han de llevar a los centros
Sigre, y las tintas de impresora convendría preguntar en los lugares donde las
venden, cuál es el mejor lugar en la ciudad para tirarlos.
A mí me encantaría que llegara el
día en que en la ciudad en la que vivo se pudieran reciclar más productos, como
el aceite usado, que es un bien que contamina muchísimo el agua si no se
desecha correctamente. Pero por el momento, me temo que no me queda más que
soñar.