23 oct 2012

Soñar con ser productivos



Llevo varios meses intentando mejorar mi productividad. Cada vez que voy a corregir el proyecto mi profesor me dice que trabajo de forma muy lenta. La razón de todo esto es que me distraigo con mucha facilidad, así que estoy buscando formas de que esto no me ocurra y sea más productiva.

He llegado a la conclusión de que siempre he trabajado mejor con presión. En el momento en que tengo una fecha clara de entrega o similar, me vuelvo una especie de máquina de trabajo. Pero también debo aprender a trabajar sin esa presión, de manera que las horas en las que estoy trabajando, sean realmente aprovechadas. Así, no tendré que pegarme una panzada de horas cuando la fecha de entrega se acerque y, además, es bueno de cara al futuro, cuando trabaje en una empresa.

Por eso, ahora estoy siguiendo una serie de consejos que he ido mirando y encontrando y que, de momento, me funcionan:

1. Hacer pausas. Es bueno hacer una pequeña pausa de unos 5 minutos cada hora. De esta forma, despejamos la mente, estiramos el cuerpo y, si estamos trabajando con un ordenador, descansamos también la vista, evitando el enrojecimiento de los ojos y los ojos secos.

2. Recompensar el esfuerzo. Siempre que tengo que hacer muchas cosas, me hago una lista. De esta manera sé del tiempo que dispongo, del tipo de tarea que es y yo me puedo racionar el tiempo. Así que, cada vez que terminemos con una tarea, nos vamos a recompensar por ello, ya sea con un capítulo de un libro que estamos leyendo, con un parón un poco más largo, etc.

3. Registrar nuestros progresos. Esto va muy relacionado con la lista que decía antes. Si registramos lo que nos queda y lo que hemos hecho, es fácil que nos alegremos cada vez que veamos que nuestra lista se va reduciendo y, por lo tanto, trabajemos más y más rápido.

4. Cuidarnos física y mentalmente. Esto es importante. El “mens sana in corpore sano” cobra mucho sentido. Es sabido que el deporte nos ayuda a estar más despiertos y despejados, así que, ¿de qué nos sirve cuidar solamente nuestra mente sin la ayuda de un poco de ejercicio físico? Desde que hago deporte, además, noto que la espalda me duele menos, por lo que los parones de trabajo se han reducido, siendo ahora más productiva que antes.

Estos son los consejos que a mí me han funcionado. ¿Cuáles son los tuyos?

7 sept 2012

Soñar con el poder de la música



Parece mentira cómo la música puede transmitirnos tantos sentimientos y tantas emociones. Cómo nos puede llevar a otros lugares o incluso cambiarnos de estado de ánimo. Si bien es cierto que, normalmente, cuando nos sentimos algo tristes nos apetece escuchar música más melancólica y, cuando estamos eufóricos, música para bailar hasta que caemos rendidos al suelo.

Hay canciones, además, que parece que las han escrito para nosotros, pues te sientes en ese momento igual que dice la canción. El otro día se fue la persona a la que más quiero a vivir una temporada en el extranjero, y yo no podía quitarme de la cabeza una canción que hablaba sobre una persona a la que no quería dejar marchar, doliéndole incluso hablar sobre la marcha y prometiéndose que volverían a estar juntos, pues era una despedida temporal. Me sentía exactamente igual. Es una canción que siempre que la escucho me emociono, y no suelo poderla cantar sin ponerme a llorar, pues los sentimientos son muy fuertes.

Os dejo aquí la canción de la que hablo, “Bittersweet”, de Within Temptation. Espero que os guste tanto como me gusta a mí.
http://www.youtube.com/watch?v=oS_KmxanzTY

9 jul 2012

Soñar con sueños recurrentes


Hace ya mucho que, mientras duermo, no tengo uno de estos sueños llamados recurrentes. Se les llama así a los sueños que noche tras noche nos hacen una visita, dejándonos con la sensación de que eso ya lo hemos visto, pero sin poder salir del sueño. 

Supuestamente, los sueños recurrentes nos ayudan a entender que tenemos un problema que debemos solucionar y, una vez solucionado, estos se van. Como los fantasmas, vamos. Pero, ¿qué tenía que decirme un sueño en el que una especie de comecocos hacían una carrera, comiéndose dos líneas de puntos, una para cada uno? Uno de ellos iba muy lento y el otro rapidísimo, los dos sin pausa y, sin embargo, el lento ganaba siempre. Era similar al cuento de “La liebre y la tortuga”, con la salvedad de que la liebre pierde por confiarse demasiado y, en mi sueño, los dos comecocos avanzan sin parar.

Quizá me quería decir que daba igual lo rápida o lenta que fuera en algunas tareas que al fin acabaría llegando a la meta, o que se cumplía el dicho de “Vísteme despacio que tengo mucha prisa”, en el que nos recuerda que las prisas no son buenas cuando queremos hacer las cosas bien, y hay que tomarse las cosas con calma para que salgan como deben salir.

El caso es que sea lo que sea, este sueño de hace muchos años un día me abandonó, aunque a veces lo echo de menos, ya que me acompañó durante mucho tiempo, aunque no siempre a intervalos regulares.

6 jun 2012

Soñar con la Regla de las 3R


La primera vez que oí hablar sobre esta regla fue en 2º de la ESO en la asignatura de Medio Ambiente. La segunda vez fue en la asignatura de Urbanismo, en mi tercer año de carrera. Es uno de los principios básicos del ecologismo y, como este año me he propuesto ser más ecológica (ver entrada sobre buenos propósitos), me he animado a hacer una entrada sobre ello, explicando en qué consiste. 

El nombre viene dado por la inicial de las siguientes palabras: Reducción, Reutilización y Reciclaje. Alterar el orden no está permitido, pues es importante.

Reducción es, según la RAE, disminuir o aminorar algo. Según nos interesa, ese algo es el consumo. De todo: de agua, de luz, de gas, comprar únicamente aquello que nos hace falta, reducir el consumo de productos derivados del petróleo, etc. 

¿Cuántas veces nos hemos dejado las luces encendidas en una sala y no estar en ella, o dejado el grifo abierto mientras nos limpiamos los dientes y dejado el agua correr? Estos son algunos ejemplos de la “reducción”.

En cuanto a comprar solamente lo que necesitamos, imaginemos que nos hemos comprado un aparato de música a muy buen precio, pero que realmente no nos hace falta. Empecemos por los envoltorios de plástico y las protecciones de polietileno expandido, además de la margen de cartón. Todo esto son residuos que acabarán en la papelera, y es solamente el principio. Para que funcione, necesita estar conectado a la corriente eléctrica y, si el aparato está en stand-by, aunque sea consumo mínimo, sigue siendo consumo (se estima que unos 40 euros al año). Por último, y por la política de consumismo en que los electrodomésticos (y productos en general), tienen una fecha de caducidad cada vez más temprana, este aparato se quedará viejo, obsoleto o, directamente, ya no funcionará y lo acabaremos desechando. 

Los productos derivados del petróleo no son renovables, o mejor dicho, tienen un proceso de renovación tan lento que se tiene a decir que no son renovables. Por eso, hemos de apostar por alternativas que lo sean, como utilizar botellas de vidrio en lugar de plástico.

Una vez hemos reducido el consumo, ahora tenemos que reutilizar los productos antes de que se conviertan en desechos. Hay muchísimas páginas por la red que dan ideas para hacer manualidades u objetos útiles para el día a día a partir de otros objetos que ya no nos sirven. Un ejemplo son los tarros de cristal. Estos tarros, que podrían haber contenido en origen miel, legumbres o salsas, se pueden convertir en portavelas, o albergar otros objetos a los que no estaban destinados, como pueden ser botones.

Aquí dejo el link de uno de los blogs de los que más ideas he sacado para la reutilización de materiales: http://compartetusecoideas.blogspot.com.es

Y ahora sí, llega la hora de hablar sobre el reciclaje, que es el proceso que sufren aquellos objetos que ya no nos sirven, para volver a convertirse en materia prima y poder volver a sernos útiles en el futuro.
En mi casa, desde hace ya muchos años, tenemos en la galería bolsas en las que separamos los desechos orgánicos, el plástico, el papel y el vidrio. No siempre es fácil saber qué cosas van a qué contenedor, así que acá va un dibujito explicativo:

Hay que tener en cuenta que las pilas van a un contenedor diferente, y que en algunas ciudades se han puesto también contenedores para la ropa. Los fármacos se han de llevar a los centros Sigre, y las tintas de impresora convendría preguntar en los lugares donde las venden, cuál es el mejor lugar en la ciudad para tirarlos.

A mí me encantaría que llegara el día en que en la ciudad en la que vivo se pudieran reciclar más productos, como el aceite usado, que es un bien que contamina muchísimo el agua si no se desecha correctamente. Pero por el momento, me temo que no me queda más que soñar.

16 may 2012

Soñar con mi propia casa


Cuando tenía unos 12 años y empezaba a tener ciertas inquietudes, siempre pensaba que la mejor edad para casarme e irme de casa eran los 25 años.  El porqué de esta edad es muy sencillo: colegio hasta los 16, bachiller hasta los 18, carrera hasta los 23, y dos años más para ganar dinero con el que pagar la boda y el piso. Estaba todo totalmente pensado y calculado.

Sin embargo, a mis 25 años aquí estoy, sin terminar la carrera, sin ninguna perspectiva de trabajo y, obviamente, a años luz de irme de casa. Aunque esto no me impide soñar y pensar en cómo sería mi futura casa.

Desde siempre he querido vivir en una casita de campo, con un enorme jardín en el que estarían jugando mis perros. Ahora soy más realista y sé que acabaré en un apartamento normalito, aunque necesitará ser grande por todas las habitaciones que quiero tener.

Siempre he querido un cuarto de la plancha, que también sería el cuarto de la costura y, de paso, de todas las manualidades frikis. También sería allí donde guardaría todo el atrezzo y el material.
Como arquitecto, necesito un estudio donde trabajar. Mínimo el espacio para el ordenador, un plotter tamaño A3, como poco, y una pequeña biblioteca en la que poner todos los libros, revistas, códigos y normas generales para edificar, catálogos, etc.

Cada vez me gusta más la idea de una cocina-salón-comedor, o como se conoce más comúnmente, una cocina abierta. Son amplísimas, llenas de luz, y el único inconveniente que siempre pone la gente es el tema de los olores. Pero seamos sinceros, ¿cuántas veces se hacen comidas en las que el olor es insoportable? Además, el mismo calor de la cocina sirve para calentar el salón, y eso en invierno es una gran ventaja. 

Mi cuarto, más o menos, siempre me ha dado igual. Si fuera muy grande y tuviera mucho dinero, sí me gustaría el típico tocador, con el asiento y el espejito delante, en el que poder guardar mis joyas, maquillarme, etc. Y si ya el cuarto fuera muuuy grande, entonces también me gustaría un vestidor. De todas formas, como pienso que esto es muy utópico, lo que siempre he querido, que echo muchísimo de menos en mi casa, es un mueble zapatero.

En el baño quiero una ducha de esas que ocupan lo mismo que la bañera, a ras de suelo, con el suelo con piedrecitas o similar. También quiero un carrito donde dejar todos mis enseres, que son muchos, ya que el armarito siempre me ha parecido muy incómodo. También es posible que diga esto ahora, y luego el incómodo sea el carrito, pero…

Y por ahora, creo que eso es todo. También necesitaría un cuarto para el niño (sí, sólo uno) y, ya que estamos, un sofá-cama en el salón, por si vienen invitados.